QUÉ ES EL COLESTEROL BUENO
A estas alturas todos hemos escuchado alguna vez que tener el colesterol alto es perjudicial para la salud y que puede provocar enfermedades cardiovasculares. Es probable, además, que hayamos oído hablar de un colesterol bueno y otro malo, pero que no entendamos muy bien en qué se diferencian y por qué puede haber un tipo de colesterol que sea beneficioso para nuestro organismo. Por eso, vamos a tratar de explicar qué es el colesterol bueno y por qué debemos procurar tenerlo alto.
¿Qué es el colesterol bueno?
Llamamos colesterol bueno al que viaja por nuestro flujo sanguíneo a través de las lipoproteínas de densidad alta (HDL) y recibe ese nombre porque nos ayuda a reducir el nivel de colesterol malo en sangre. Lo que hace el HDL es eliminar el colesterol perjudicial de las paredes arteriales y transportarlo de vuelta al hígado para que pueda ser excretado a través de la bilis.
Algunos estudios demuestran que las personas con el HDL alto (por encima de los 60 mg/dl) tienen menor riesgo de sufrir enfermedades cardiacas o ictus y mayores posibilidades de vivir más y con mejor calidad de vida. El colesterol bueno, que es producido de forma natural por nuestro cuerpo, funciona además como antioxidante, antiinflamatorio y antitrombótico, por lo que es sumamente beneficioso para el organismo.
Entonces, ¿cuál es el colesterol malo?
El colesterol malo es el que va unido a las lipoproteínas de baja densidad (LDL), que son las que se encargan de transportar nuevo colesterol desde el hígado a todas las células del organismo. Es perjudicial porque cuando está alto tiende a acumularse en las paredes arteriales, de tal forma que dificulta la circulación de la sangre hacia el corazón.
Es recomendable que este tipo de colesterol esté por debajo de los 100 mg/dl, aunque en líneas generales no se considera que se tiene un nivel alto del mismo hasta los 160 mg/dl. En cualquier caso, el nivel de colesterol total (HDL + LDL) debe situarse por debajo de los 200 mg/dl.
Para conseguir reducir los niveles de LDL deberemos seguir una alimentación equilibrada, baja en grasas y rica en fibra, combinada con la práctica habitual de ejercicio. Es importante, asimismo, que evitemos el consumo de alcohol y tabaco.