¿Duchas de agua fría o agua caliente para refrescar?
Pese a que lo que más apetece en días calurosos es darse una ducha bien fría para combatir el calor, no es la mejor idea si lo que quieres es refrescarte, ya que esto podría ser contraproducente y hacer que el cuerpo aumentara su temperatura corporal.
¿Lo sabías? Te contamos más sobre este tema a continuación.
ÍNDICE
Agua tibia para mitigar el calor
El agua fría nos refresca de inmediato, pero bloquea los mecanismos de eliminación del calor corporal, y el organismo lucha contra el frío produciendo calor, por lo que al salir de la ducha es posible que acabes sintiendo más calor que antes.
Entonces, ¿qué es lo ideal? Lo mejor sería una ducha de agua tibia para favorecer la pérdida de calor.
El agua tibia estimula el sistema termorregulador del cuerpo, incrementando el flujo sanguíneo hacia la piel y permitiendo una correcta sudoración, por lo que se reducirá la temperatura corporal.
Los expertos aconsejan bajar gradualmente la temperatura del agua al final de la ducha dejando 10 segundos entre cada cambio de temperatura para que el cuerpo se aclimate.
La evaporación del agua en la piel es la que nos hace sentir frescos, por eso es recomendable no secarse inmediatamente al salir de la ducha para aprovechar la humedad residual de la piel, al igual que cuando te pulverizas agua por encima en la playa o en la piscina.
En el momento de secarte, no frotes con fuerza la toalla por el cuerpo porque la fricción aumenta la temperatura corporal. Asimismo, vístete en una habitación en la que haga fresco para no volver a sudar de nuevo.
¿El agua fría tiene beneficios?
Ducharse con agua muy fría conlleva algunos riesgos al provocar la contracción de las arterias más pequeñas. En casos en los que se acaba de practicar deporte el agua fría puede provocar un shock, si la diferencia de temperatura es demasiado grande.
No obstante, tiene muchos beneficios para nuestro organismo:
Activa mente y cuerpo
Los receptores térmicos de la piel se activan para mandar un mensaje de alerta al resto del sistema. Se trata de una reacción natural ante la necesidad del cuerpo de mantener la homeóstasis o equilibrio interno de la temperatura.
Mejora la circulación
Cuando nos sumergimos en agua fría se produce:
- Estrechamiento de los vasos sanguíneos.
- Aumenta la frecuencia de la respiración
- Se incrementa el ritmo cardíaco.
- Sube la tensión arterial.
Al salir se producen los efectos contrarios:
- Vasodilatación.
- Descento del ritmo cardíaco.
- Sensación de descanso y tranquilidad.
Sin embargo, deben tener mucha precaución las personas que padezcan algún tipo de cardiopatía y trastorno cardiovascular, ya que la contracción de los vasos sanguíneos y la aceleración del ritmo cardíaco puede ser perjudicial
Lo recomendable sería alternar el agua fría con la caliente, al igual que se hace en los circuitos de centros termales y de talasoterapia, donde se pasa de piscinas de aguas cálidas a otras frías.
Acelera el metabolismo
Al entrar en el agua fría forzamos al cuerpo a contraerse y a generar calor para compensar la pérdida de temperatura en la piel y mantener a los órganos internos protegidos.
Cuando eso ocurre, el metabolismo se acelera lo que exige un mayor consumo energético. Eso se consigue quemando la grasa del cuerpo, para mantener la temperatura corporal a niveles aceptables.
Mejora las defensas
La activación del organismo y la aceleración del metabolismo con el agua fría mejora del sistema inmunológico, el cual se encuentra más preparado para luchar contra las infecciones al liberarse mayor cantidad de glóbulos blancos.
En todo caso, consulta este tema con tu médico de cabecera, quien conoce mejor tus antecedentes médicos y tu situación clínica actual.
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