Medicina a Gogó

Medicina a Gogó

Con motivo del 100º aniversario de Seguros Afemefa difundiremos un artículo histórico semanal, publicado en la revista oficial de la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica, para rememorar nuestros inicios con todos vosotros.

 

Esta semana os dejamos un artículo escrito por el Dr. Vázquez Cano y publicado en la revista VIDA FERROVIARIA en abril de 1971, en el que critica la ‘facilidad’ que tienen los españoles para autodiagnosticarse y automedicarse, una práctica que continúa dándose en la actualidad y que pone en riesgo la salud de las personas.

Medicina a gogó

Llevan ya cierto tiempo algunos compañeros solicitándonos que los resultados de los análisis les sean entregados en sobre cerrado, e incluso un gran clínico nos ha pedido los lacremos. Parece que el fin es que los enfermos o familiares no interpreten a su manera los resultados analíticos, creando luego esos grandes problemas que en cuanto a diagnóstico y tratamiento surgen. La verdad, hemos de confesarlo, es que estas medidas son de una impotencia absoluta, puesto que aunque se pusiera un candado con llave, los sobres serán rasgados y los informes analizados y criticados por los pacientes.

Esta norma viene de los «altos conocimientos» que en materia médica tiene precisamente la clase no médica en España. La doctora Baldus nos decía que no hay en todo el mundo personas que sepan y disfruten tanto hablando de medicinas y enfermedades como los españoles; y tenía razón mi buena Erika, puesto que casi sin excepción todos nuestros compatriotas se autodiagnostican, y lo que es peor, se autotratan, basándose en esa facilidad con que el régimen de venta de medicamentos está implantado en nuestra península.

Existen países en donde hasta un simple inhalador nasal o una sola aspirina no puede ser adquirido si no va prescrito en receta médica, con lo que se evitan toda esa serie de problemas intoxicativos o de resistencias medicamentosas que ya hace tiempo empezaron haciendo estragos.

Autodiagnóstico de los españoles

La mayoría de nuestros ciudadanos han oído o aprendido que las cifras normales de X determinaciones son tales o cuales, y con ellas barajan sus enfermedades, exigen sus repeticiones, juzgan la verosimilitud de su realización y critican al clínico si no les da valor.

Desconocen, por supuesto, las variaciones, los límites y los motivos por los que el médico solicitó las pruebas complementarias. Estas son las personas que se asustan inútilmente ante una cifra determinada o se alegran de su bienestar ante resultados que, por el contrario, debían aterrarles. ¿Qué medico no ha tenido que convencer a un enfermo de que la glucemia no tiene nada que ver con la leucemia; o la uremia con la uricemia? Estas mismas son las personas que sufren porque «tienen una cruz en el Hanger», o las que no vuelven a la consulta por estar sin estas cruces, cuando las cifras de transaminasas, lactodehidrogenasa, G-6-P, etc., están reclamando a gritos un amplio y severo tratamiento. Pero es que dentro de los «amplios conocimientos» de nuestros compatriotas, éstos toman una postura cómoda, es decir, juzgan lo que ellos creen conocer, y no dan importancia a lo que no les suena de nada, cuando esto es verdaderamente lo importante.

Hoy, todos se dejan diagnosticar y tratar a través de informes, la mayoría erróneos, de prensa y televisión, o de consejos de amigos que están muy «en relación con la ciencia médica», porque tienen un primo que está de residente en un hospital de fama. Con todos estos medios de difusión médica, las consultas se van nutriendo de enfermos sin enfermedad en solicitud de análisis, radiografías, etc., y van llenando de trabajo al médico, con lo que éste no puede atender a quien en verdad lo necesita. Todas estas personas deben tener en cuenta que los análisis, las radiografías, los electrocardiogramas, electroencefalogramas, etc., son datos que el clínico debe valorar y unir a exploraciones, para posteriormente ir uniendo estas piezas de un gran rompecabezas y llegar al diagnóstico exacto y a la aplicación del tratamiento oportuno.

Resultados en sobre cerrado y lacrados

Así, pues, estamos de acuerdo en que no sólo se debían entregar los resultados en sobre cerrado y lacrado, sino tan esquemática y complicadamente escritos que el paciente no titulado en la Facultad de Medicina fuera incapaz de poderlos interpretar a su manera.

Esta sería la única forma de que la Medicina fuera Medicina, y no se precipitara en el caótico sótano a que está bajando, puesto que primeramente fue Ciencia Médica; actualmente Medicina Social, y dentro de muy poco Medicina a gogó.

 

Por el Dr. José Antonio Vázquez Cano

 

Transcripción original