Primeros síntomas de la ELA

PRIMEROS SÍNTOMAS DE LA ELA

La ELA era una enfermedad poco conocida hasta que hace 3 años se lanzó una campaña a nivel internacional para darle visibilidad. El famoso reto del cubo de agua helada puso de relieve la situación de muchas personas que padecen esta enfermedad y permitió recaudar millones de euros destinados a la investigación. Detectar la enfermedad no siempre es sencillo y por eso es importante que permanezcamos atentos a los primeros síntomas de la ELA.

¿Qué es la ELA?

La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a las neuronas motoras del cerebro y la médula espinal, encargadas de transmitir la orden del movimiento voluntario a los músculos. A medida que la enfermedad avanza, estas neuronas van disminuyendo progresivamente su funcionamiento hasta que terminan muriendo, lo que provoca primero atrofia muscular y finalmente parálisis.

Además de las funciones motoras, otras como la deglución, la respiración y la capacidad del habla también se ven afectadas, lo que agrava aún más la situación de los enfermos de ELA.

Se trata de una enfermedad que afecta principalmente a adultos de entre 40 y 70 años, aunque también se están dando casos en personas más jóvenes, y es más frecuente entre los hombres que entre las mujeres. Es considerada una enfermedad rara porque todavía tiene una baja incidencia, a pesar de cada año se diagnostican unos 900 nuevos casos solo en España.

Por el momento se desconocen las causas de la esclerosis lateral amiotrófica ni tampoco existe una cura para ella. A pesar de ello, en los últimos años se han intensificado las investigaciones y al menos se han conseguido desarrollar tratamientos que consiguen retardar su progresión y que ayudan a aliviar los síntomas y a mejorar la calidad de vida de los enfermos.

¿Cómo detectar los primeros síntomas de la ELA?

Una de las características de la enfermedad es que tanto los primeros síntomas de la ELA como su progresión varían completamente entre una persona y otra. A pesar de ello, existen algunos síntomas que pueden ayudarnos a detectarla:

  • Dificultades para caminar o correr.
  • Pérdida de fuerza en alguna de las extremidades.
  • Calambres frecuentes y dolorosos.
  • Tropezarse más de lo normal.
  • Falta de coordinación a la hora de escribir o de realizar otras tareas cotidianas con las manos.
  • Problemas para masticar, deglutir o incluso respirar.
  • Trabarse al intentar hablar.

Una detección precoz de la ELA puede ser importante para frenar su progresión y mejorar la calidad de vida del enfermo, por lo que ante cualquier sospecha debemos acudir lo antes posible al especialista. Él se encargará de realizar las pruebas pertinentes para poder emitir un diagnóstico y poder iniciar el tratamiento más adecuado para cada caso.