La sangre es necesaria
Con motivo del 100º aniversario de Seguros Afemefa difundiremos un artículo histórico semanal, publicado en la revista oficial de la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica, para rememorar nuestros inicios con todos vosotros.
Esta semana os dejamos un artículo escrito por el Dr. Vázquez Cano y publicado en la revista VIDA FERROVIARIA, en el que relata la importancia de las donaciones de sangre para salvar vidas, ya que en cualquier momento puede necesitarla un familiar o un amigo, o incluso nosotros mismos.
La sangre es necesaria
Sí, la sangre es necesaria e imprescindible para la vida, como exhiben los carteles propagandísticos de las campañas de donación. Es necesaria e imprescindible porque es un líquido vital que, rememorando nuevamente los anuncios de los distintos centros de transfusiones, no puede, ni podrá nunca, ser sintetizada o sustituida, es decir, no puede fabricarse, y la única fuente de aporte de este elemento es la que ofrece la donación de otros seres humanos.
Esto, mirado así, en frío, podría semejar una llamada más a la caridad pública, pero las cifras de los gastos del rojo tejido son verdaderamente sorprendentes, ya que solamente en un año y para un solo hospital de Madrid se han gastado más de diez mil litros de sangre. Esto, unido a todos los hospitales, clínicas privadas o semiprivadas, las requeridas en domicilios, etc., hace que nos imaginemos toneles y toneles como los que ocupan las grandes bodegas, pero llenos de tejido hemático y no de oloroso mosto.
Y para llenar esta gran cantidad de vasijas hacen falta muchos brazos, todos los brazos de las personas sanas del país, que de esta manera colaboran a reponer el que falta en esas otras personas no tan sanas. Hay que mentalizar a todo el pueblo para que done su sangre en bien no ya de sus semejantes, sino de ellos mismos, que en cualquier momento, en ellos o en sus familiares y amigos, puede ser necesario, como reza el slogan publicitario «hoy por ti, mañana por mí».
Antecedentes de la donación de sangre en España
En nuestro país fue muy frecuente, y aún en ciertos casos lo es, el que las necesidades de sangre fueran cubiertas mediante retribución a los donadores de una cierta cantidad, que en verdad no creemos fuera nunca lo suficientemente compensatoria. Comenzó primero por las altas esferas sociales, extendiéndose, poco a poco, a todas las escalas la donación desinteresada o altruista, y se fueron creando hermandades que no obtenían ningún beneficio económico de su labor. Últimamente, estas hermandades entraron en el seno de la Seguridad Social, que es quien absorbe por completo la gran medicina asistencial del país. Y por ello, todas las campañas de propaganda vienen dirigidas bajo el nombre de esta entidad. Y ya es popular el ver a los equipos de los centros hematológicos de la Seguridad Social extrayendo, de forma masiva, en fábricas, empresas, residencias, centros veraniegos o sencillamente sus equipos, perfectamente adiestrados en amplios y acondicionados centros móviles, requiriendo la sangre por las calles de la capital española.
Aumento de la demanda de sangre
Y creemos está en la mente de todos que se debe donar una o dos veces al año sangre para cubrir esa enorme y creciente demanda que de los centros médicos se hace, porque cada día es mayor el número de transfusiones solicitadas. También, por supuesto, es cada día mayor el número de personas que dona su sangre, pero aún queda mucho por hacer y debe incrementarse el número de donadores.
La verdad es que hay dos conceptos por los que creemos no dejan de incorporarse a este grupo la totalidad de la población; de un lado, porque no se habrán parado a recapacitar sobre lo imprescindible de estas cuestiones, y por otro lado, el miedo a la donación y a sus consecuencias. Miedo a un pinchazo que es nimio y prácticamente indoloro; miedo a la enorme cantidad de sangre que se extrae, cantidad científicamente estudiada y que a los pocos momentos está compensatoriamente repuesta por el organismo sin necesidad de colaboración medicamentosa alguna, de tal manera que se puede donar seguidamente con un periodo que en los centros hematológicos se ha ajustado a dos meses y medio; miedo a las consecuencias de esa extracción sanguínea. Es cierto que existen mareos posextracción, pero la mayor parte de las veces son de origen psicógeno, ya que la cantidad extraída en personas normales no altera en absoluto su fisiologismo; miedo al «engorde», «caída del cabello», etc., teorías estas que no necesitan aclaración, ya que forman parte de la ignorancia popular sin fin científico de ninguna clase; miedo a que se extraiga estando en malas condiciones físicas, dato este que es comprobado en todo caso, sin excepción, mediante anamnesis y exploración médica.
Así pues, se debe tener conciencia de que nuestra sangre es necesaria e imprescindible y que debemos donarla, si no por caridad, sí por egoísmo, ya que en cualquier momento podemos necesitarla nosotros o nuestros seres queridos.
Por el Dr. Don José A. VÁZQUEZ CANO