Cómo se fundó la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica

Con motivo del 100º aniversario de Seguros Afemefa difundiremos un artículo histórico semanal, publicado en la revista oficial de la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica, para rememorar nuestros inicios con todos vosotros.

En esta ocasión, os dejamos con esta crónica escrita por Luis Canals, socio número 116 de la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica, publicada en la revista VIDA FERROVIARIA en abril de 1924.

En ella, Canals relata los inicios de nuestra mutualidad y las dificultades que hubo al principio para sacar adelante el proyecto.

Crónica Retrospectiva. De cómo se fundó la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica

Diversas veces nos comunicábamos los ferroviarios nuestras desesperanzas por no poseer Sociedades que en los diversos aspectos de la cooperación y mutualidad nos pusieran al abrigo de explotaciones más o menos encubiertas.

En casos en que los nuestros eran tratados despectivamente y sin proporcionarles los elementos precisos, se echaba de menos la cooperación que evitaría abusos impuestos por el negocio.

Esto era una constante pesadilla, pues se tropezaba con la más seria dificultad: la falta de dinero, y sin este indispensable elemento, era de todo punto imposible intentar la creación de lo que deseábamos.

Creación de una Comisión en 1921

Por fin, un día del mes de marzo de 1921, entre los compañeros del Servicio de Intervención de M. Z. A., después de los consabidos cambios de impresiones que eran el pan nuestro de cada día, se acordó en aquel mismo instante el nombre de una Comisión compuesta de un individuo por cada Negociado, y que estos nombraran la Comisión definitiva que habría de encargarse de convertir el deseo en realidad.

No haré mención de quiénes fueron los nombrados para la Comisión inicial; pero sí he de hacer constar los que fueron encargados por aquella, a fin de que, cuando menos, sepamos los que sacrificaron su descanso, por bien de la clase ferroviaria.

Estos compañeros son; Juan José Carranza, Carlos García Sánchez, Emilio Besteiro, Fernando Arrojo, Carlos Delojo, Eusebio Martín Llorente, Fermín Tanarro y Máximo Fernández, per el Servicio de Intervención de M. Z. A., y Manuel García Santiago, por el del Movimiento de la misma compañía.

Estos recabaron la ayuda de sus compañeros del Norte, y reforzaron la Comisión; Alfredo Gastalver, José Martínez Bena y Avelino Castaño.

¿Qué cómo trabajaron? Ellos solo lo saben. Lo cierto es, que el día 1 de mayo del mismo año (1921) nos dijeron: “Ahí tenéis constituida la Asociación soñada por los ferroviarios. El sueño es realidad. Desde hoy podéis hacer uso de todos las servicios y derechos que esta Asociación y su Reglamento os conceden”.

Superando las dificultades

A mí me consta, y por eso la consigno, que tuvieron que orillar muchas, muchísimas dificultades. Que hubieron de trabajar grandemente, sacrificando, no solamente su descanso corporal, sine también su vida económica, pues careciendo, como ya se ha dicho, del factor más importante, el dinero, y siendo imprescindible para las primeros gastos de propaganda, instalación de oficina, impresos, etc., acudieron a su crédito personal unos y otros, ignoro si también; pero lo cierto es que todos aportaron metálico y que la colecta que algunos entusiastas a la idea hicieron, produjo mil quince pesetas, y con esta pequeña cantidad estos doce compañeros consiguieron crear esta Asociación Ferroviaria Médico Farmacéutica, hoy modelo entre las de su género, copiada ya por otras colectividades menos numerosas.

Algunos pájaros de mal agüero—nunca faltan— aseguraron pocos meses de existencia a esta Asociación y, es más, decían que no estábamos capacitados los ferroviarios para sostener una obra tan importante.

Me cabe la satisfacción de decirles desde estas columnas de VIDA FERROVIARIA, que bastante castigados están, puesto que lo que ellos mataron apenas nacido cuenta hoy con 7.000 asociados y con tal entusiasmo se llegará, donde sea preciso para que nadie supere la obra que los ferroviarios hemos realizado.

Tal fue, relatada a grandes rasgos, la labor que hicieron unos cuantos hombres que rivalizaron en amor y trabajo a la Asociación. No hubo individualismo alguno. Nadie superó a nadie y todos trabajaron lo mismo.

Si esta sencilla relación demuestra lo que se puede hacer con interés y entusiasmo, huelga decir lo que se haría si los retraídos e indiferentes cooperaran en esta obra de compañerismo y humanidad.

Luis Canals
Socio número 116 de la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica

Transcripción original