¿Cuándo debo ir con mi hijo a urgencias?

¿Cuándo debo ir con mi hijo a urgencias?

El servicio de urgencias siempre cuenta con el mejor equipo técnico y profesional, pero no debemos olvidar que su uso es para como su propio nombre indica, atender urgencias médicas. Además, es conveniente resaltar que el servicio de urgencias es un campo de contagio de posibles enfermedades y que el prolongado tiempo de espera provoca incomodidad y cansancio en el niño.

Resulta común la duda entre los padres, sobre todo primerizos, de cuándo es conveniente llevar a su pequeño a urgencias y cuándo es mejor esperar una cita en su centro habitual de salud. Por este motivo, desde Afemefa te ofrecemos los mejores consejos para saber cuándo es necesario ir con tu hijo a urgencias.

Síntomas o lesiones que no deben preocuparte

Lo primero que debes hacer cuando tu hijo tiene alguna dolencia es decidir la gravedad del problema, te presentamos dos de los casos más comunes: la febrícula, las contusiones y los dolores abdominales.

Febrícula y fiebre

Los niños son propensos a enfermar por contagiarse en espacios comunes que comparten con otros muchos niños, como guarderías, colegios o centros de actividades extraescolares. No te preocupes, en general estos contagios son enfermedades leves, como gripes o resfriados.

La fiebre resulta uno de los principales motivos a la hora de ir con niños a las urgencias pediátricas. Es importante diferenciar entre bebés de menos de seis meses y niños más mayores.

Los bebés deben acudir a urgencias cuando presenten fiebre, aunque sea unas décimas. Esto es debido a su falta de desarrollo del sistema inmunitario. Pasados los 6 meses de edad y hasta los dos años, lo recomendable es acudir a urgencias cuando el niño tenga más de 38.5 grados, aunque normalmente la fiebre será provocada por enfermedades víricas leves.

En niños que superen los 2 años de vida resulta común que su temperatura oscile entre los 37 y los 38.5 grados. Durante estas edades los procesos febriles que oscilen entre estas temperaturas no supondrán peligro alguno para el niño, por lo que si no se prolonga más de dos o tres días ni aparecen otros síntomas no es conveniente acudir a urgencias.

Contusiones, heridas y quemaduras

Los niños deben jugar y explorar el mundo que les rodea, aunque eso en ocasiones produzca ciertas heridas y golpes.

En el caso de un golpe, lo primero es identificar dónde se ha causado el daño. No resulta igual de peligroso el golpe en una extremidad como en la espalda o la cabeza. Si el golpe no ha sido contundente y no parece haber causado daños óseos lo mejor es solventarlo en casa con hielo y antiinflamatorios. Si el golpe se ha producido en la cabeza debemos observar al niño si el golpe ha podido ser fuerte. En el caso de que este presente síntomas como mareos, inactividad, vómitos o se queda adormecido, es un motivo hospitalario.

En el caso de cortes y heridas se debe valorar en primer lugar, la zona donde se ha producido, y en segundo el tamaño y la profundidad de la herida. Solamente las heridas grandes, profundas, con abundante sangrado y en zonas como el vientre, rostro, cuello y cráneo deben tratarse urgentemente en un hospital.

Por último, en el caso de las quemaduras debes evaluar el daño causado. Las quemaduras leves (quemaduras pequeñas, el niño no se ha expuesto mucho tiempo al calor y la zona está levemente enrojecida) pueden tratarse en casa vertiendo agua fresca durante 10 o 20 minutos sobre la quemadura y aplicando abundante crema hidratante. Las quemaduras graves deben tratarse en urgencias, sobre todo si tienen lugar en el rostro o la cabeza.

Dolores abdominales

Los dolores abdominales pueden tener varios síntomas, como los vómitos, dolor de barriga o diarrea. Al igual que la fiebre, lo más común es que sea un contagio vírico de carácter eventual o una simple gastroenteritis. Los dolores abdominales intermitentes a menudo son síntomas de que el niño no padece una enfermedad grave. No resulta un motivo de urgencia médica pediátrica.

Solamente en caso de que los síntomas se prolonguen más de 24 o 48 horas, el niño presente vómitos persistentes o tenga signos de deshidratación y fiebre superior a 39 grados debe acudirse a un servicio de urgencias. El dolor abdominal intermitente no es motivo de urgencia, pero el dolor continuo y prolongado o cada vez más intenso deben tratarse de inmediato, pues pueden ser síntoma de una afección preocupante.

Cuándo acudir con un bebé a urgencias

El periodo neonatal de un niño es la época más vulnerable a enfermedades, pues su sistema inmune aun no está completamente desarrollado, debe acudirse a urgencias con un recién nacido si presenta cualquiera de estos síntomas:

  • No querer comer o un rechazo de la alimentación.
  • Color amarillento de la piel y la parte blanca de los ojos (esclerótica).
  • Pigmentación de la piel anormal, con colores azulados o excesivamente rojizos.
  • Temperatura corporal superior a 37,5ºC.
  • Cordón umbilical que tiene un mal olor o supura mucho.
  • Vómitos o regurgitaciones frecuentes.
  • Irritabilidad prolongada y e imposibilidad de calmarla.
  • Heces con un color blanquecino.
  • Somnolencia excesiva.
  • Parte blanda de la cabeza abombada (fontanela).
  • Dificultad para respirar.
  • Convulsiones o movimientos anormales.
  • No miccionar en más de ocho horas.
  • Fuerza de succión cada vez menor al darle el pecho.
  • Temperatura corporal inferior a 36ºC.
  • Estreñimiento permanente después de cuatro días.
  • Manchas en la piel.

Cuándo acudir con un niño a urgencias

Después de repasar los casos más frecuentes de malestar en los niños por los que no debes preocuparte al no suponer un riesgo para su salud, te presentamos una lista de síntomas que podrían ser peligrosos para el niño. Si tu hijo presenta alguno de estos síntomas debes llevarle a un centro hospitalario cuanto antes:

  • Temperatura superior a 39ºC que no cede con antitérmicos, 38.5 grados si el pequeño tiene entre 6 meses y dos años.
  • Diarrea que provoca deshidratación: el niño tendrá la piel seca, ojos hundidos, no orinar en más de ocho horas, boca seca o ausencia de lágrimas.
  • Estreñimiento prolongado acompañado de dolor o distensión abdominal.
  • Heces que presentan sangre, de color excesivamente negro, o excesivamente blanco.
  • Vómitos acompañados con intolerancia a líquidos.
  • Tos persistente y continuada que no deja descansar ni comer.
  • Caída con un alto impacto en la espalda, cuello o cabeza.
  • Convulsiones o movimientos extraños.
  • Dificultades respiratorias.
  • Reacciones alérgicas intensas.
  • Somnolencia excesiva.
  • Mala coloración.
  • Ingesta de un producto químico, tóxico o un objeto.
  • Pérdida de conciencia.
  • Manchas en la piel.

 

Cualquier duda que te surja sobre las urgencias pediátricas, consulta con un especialista en pediatría.

 

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