Consideraciones médico-sociales sobre el tabaco y tabaquismo
Con motivo del 100º aniversario de Seguros Afemefa difundiremos un artículo histórico semanal, publicado en la revista oficial de la Asociación Ferroviaria Médico-Farmacéutica, para rememorar nuestros inicios con todos vosotros.
En el artículo de esta semana el doctor Salvador Albasanz Echevarría, publicado en la revista VIDA FERROVIARIA, en enero de 1928, alerta sobre los efectos perjudiciales que tiene el tabaco en la salud.
El tabaco
Hace ya algún tiempo hemos llamado la atención de nuestros lectores acerca de la importancia que tiene todo cuanto se refiere al tabaco como vicio social, poniendo de relieve tres hechos: 1º, el uso del tabaco está considerablemente extendido; si por un lado es cierto que parece disminuir algo el número de hombres fumadores, no lo es menos que aumenta el de mujeres y niños; 2.º, la acción tóxica del tabaco es evidente, debida a un alcaloide que contiene la nicotina, y a una serie de ácidos y óxidos minerales, ácidos orgánicos, bases pirídicas, etc.; 3º, tanto por sus efectos nocivos, como por el gasto inútil y grande que representa al año el consumo de tabaco en España, con no pequeña satisfacción de intereses particulares, sería conveniente constituir entidades sociales, teniendo por función principal el divulgar sus peligros y restringir su uso, adoptando para ello medidas oportunas, cuando menos, en ciertas edades y en determinados medios, a semejanza de lo hecho en algunos países.
Hoy vamos a intentar demostrar cómo y por qué mecanismo produce el tabaco sus efectos nocivos y tóxicos, sobre todo cuando su acción se asocia, como ocurre con desgraciada frecuencia, a la de otra serie de causas, unas tóxicas, como el abuso del alcohol; otras orgánicas, de debilitación, predisposición a tuberculosis; otras, por último, infectivas, como las enfermedades avariósicas.
Efectos tóxicos del tabaco
De la toxicidad del tabaco no se puede dudar; desde remotos tiempos le han usado muchos pueblos para envenenar y destruir animales dañinos. Conocido es también el hecho de la muerte de muchas plantas cuando se cultivan en sitios expuestos a sufrir las emanaciones del tabaco. Por lo que se refiere al hombre, si todavía queda alguien no convencido de que el tabaco en condiciones determinadas es peligroso, bastará para que varíe de opinión recordarle los envenenamientos graves y hasta mortales que se citan, en verdad poco frecuentes, casi siempre accidentales, muy pocos realizados con fines de suicidio o con objeto criminal, producido por su uso en diversas formas: ingestión, enemas de infusiones, aplicaciones cutáneas, inhalaciones de humo en medios cerrados, etc., así como los trastornos de verdadera intoxicación aguda de los fumadores novicios.
Sin embargo, las diversas operaciones que sufre el tabaco para su preparación en condiciones de ser empleado por el hombre, y la rapidez con que se establece en general el hábito del organismo, son causas que atenúan bastante sus efectos y peligros, los cuales se ejercen de un modo lento, siempre que el consumo no sea superior a la tolerancia del sujeto, pues en caso contrario, aunque el hábito de fumar sea inveterado, se producen en mayor o menor grado trastornos análogos a los que se observan en fumadores principiantes.
Por último, intoxicaciones, a veces graves, pueden producirse por la permanencia en atmósferas confinadas y llenas de humo de tabaco, cuya importancia es grande dada la mala costumbre extendida, por cierto, en nuestro país, de fumar en todas partes, sin respeto, muchas veces, a señoras y niños, quedando así incumplidas disposiciones que en modo alguno debieran serlo; tal ocurre en teatros, cafés, salones, trenes, etc.
No vamos a estudiar en detalle las consecuencias tóxicas que el uso del tabaco origina en el envenenamiento agudo, ni la acción rápidamente mortal que tiene la nicotina pura, principio de los más venenosos que se conocen. Estas formas no tienen para nosotros, dado el objeto que nos proponemos, gran interés; en cambio, es muy grande la importancia que tiene el conocimiento de los trastornos que el tabaco puede determinar en el envenenamiento por el humo inhalado y en la intoxicación crónica.
Consecuencias del humo del tabaco
Los efectos de la intoxicación aguda por el humo del tabaco son bien conocidos por todo el que es o ha sido fumador. ¿Quién no recuerda la serie de trastornos variables, según los individuos, pero en general constituídos por dolores de cabeza, palidez de cara, náuseas, vómitos, diarrea, angustia respiratoria, palpitaciones, sudores fríos, que con mayor o menor intensidad suelen padecer los fumadores incipientes? Interesa más al Médico, y mayor número de trastornos y hasta de lesiones hace el uso continuado y crónico del tabaco, a pesar del hábito o costumbre ya citada, que atenúa, como hemos dicho, sus efectos, y que puede persistir indefinidamente.
Hay individuos que fuman mucho hasta edad avanzada sin que su salud se resienta de una manera notable; esto es cierto y afortunadamente en numerosos casos; pero también es frecuente observar al cabo de cierto tiempo que la tolerancia para el tabaco desaparece o disminuye, sea por aumento del consumo, o por disposición orgánica especial, originándose entonces trastornos de mayor o menor cuantía, aislados o asociados, constituyendo en este último caso un verdadero síndrome de origen tóxico.
Trastornos que origina el consumo del tabaco
Sin detenernos mucho en su acción nociva sobre boca, dientes, faringe y estómago, por ser perfectamente conocidas sus consecuencias, muchas inflamaciones bucales, pérdida de apetito, dolor y hasta padecimientos gástricos, tiene su causa en el exceso de fumar, sí queremos llamar la atención por la importancia que tiene sobre los trastornos cardíacos, nerviosos y visuales.
El tabaco está demostrado, tanto por experiencias en animales, como por observaciones en enfermos, que es un veneno cardíaco y vascular, que puede originar trastornos funcionales y verdaderas lesiones, desde simples alteraciones en el ritmo normal del corazón con sensación de angustia, a veces dolor precordial, intermitencias, etc., susceptibles de desaparecer rápidamente, tan pronto como, conocida la causa que las determina, se suspende rápidamente la influencia tóxica, hasta lesiones cardíacas y vasculares capaces de engendrar angina de pecho con todos sus síntomas y consecuencias para la vida del sujeto y para el funcionamiento ulterior del corazón.
El tabaco es también un veneno del sistema nervioso; los fumadores empedernidos sufren con frecuencia vértigos, sobre todo matutinos, sensaciones molestas de cabeza, disminución de la memoria, en particular de nombres propios; pérdida transitoria de palabra, neuralgias, etc. Tampoco deja de ejercer su acción tóxica sobre el aparato respiratorio; muchas bronquitis de repetición se hacen crónicas a veces por causa del tabaco, pudiendo, en algunos casos, predisponer a la tuberculosis.
La importancia del asunto que nos ocupa es, pues, indiscutible motivo de discusión hace diez años en la Real Academia de Medicina de esta Corte; en el debate quedó demostrado una vez más el valor del tabaco como agente causal en la producción de enfermedades cardíacas y del sistema nervioso, obrando ya directamente, ya favoreciendo la acción de otra porción de venenos procedentes del medio exterior, como el alcohol, o producidos dentro del organismo mismo, causantes, en este último caso, de profundas autointoxicaciones.
Peligros del tabaco
Después de lo expuesto, no dejará de pensarse por algunos de nuestros lectores que somos un poco exagerados; realmente todo es cuestión de gustos, aun cuando éste del tabaco, como otros muchos en la vida, tengan sus consecuencias, que nadie como el Médico tiene ocasión de comprobar, cada vez con más frecuencia.
De todos modos, en lo que no puede haber exageración es en afirmar que el tabaco no hace beneficio alguno, por ser tóxico al organismo; que no se nos alcanza qué inspiraciones produce y por qué mecanismo puede el fumar entusiasmar, distraer, despertar la inteligencia, atenuar sentimientos y penas y otra porción de cosas por el estilo que suelen aducir los partidarios del tabaco, sobre todo usado por niños y mayores que no se distinguen precisamente por gran desarrollo de todas esas facultades anímicas, ni tampoco en afirmar que sólo la imitación repetida y automática es lo que lleva a muchas personas a ser fumadores, como tiende a demostrar el hecho observado de no fumar la mayoría de los ciegos de nacimiento.
Nuestro objeto al escribir estas consideraciones no es alarmar, ni mucho menos pretender acabar con el uso del tabaco; pero si llamar la atención sobre sus peligros en personas con poca tolerancia y en los niños, en los que puede ser causa de trastornos cardiovasculares de importancia. Los que vemos enfermos del corazón sabemos la parte tan activa que la intoxicación tabáquica toma en la determinación de algunas enfermedades de dicho órgano, que encontramos en personas de cuarenta a cincuenta y cinco años, que se distinguen por su palidez de cara, tendencia a la obesidad, por comer y beber mucho y trabajar poco, no por falta de actividad física, sino por su cortedad respiratoria, su sed de aire, su hipertensión de pulso, en una palabra, por presentar una serie de trastornos que limitan considerablemente su capacidad física, obligándoles a veces a suspender todo trabajo.
Ligas sociales contra el tabaco
No sólo queremos llamar la atención de los peligros que envuelve el abuso del tabaco; pretendemos, además, estimular la opinión para hacer algo que signifique campaña en contra de la extensión desmedida que alcanza en nuestro país dicho vicio social y, sobre todo, del uso por sujetos enfermos, sin que ni una cosa ni otra represente dejar de admitir que, cuando el hábito de fumar se sostiene en límites moderados, son muchos los individuos que lo toleran durante largo tiempo sin perjuicios manifiestos para la salud.
No hay razón para que se hable y se formen con justicia ligas contra el alcohol, tratando de disminuir sus estragos, y no pensar en la conveniencia de hacer cosa parecida para el tabaco, con objeto de instruir y acostumbrar a las gentes a que sepan que la conservación de la salud debe merecer, por parte nuestra, bastantes más cuidados y respetos de no engañarnos a sí mismos; que la suma considerable que al año supone el consumo en que nuestro país se hace de dicha substancia, debe y puede ser mejor empleada en obras humanitarias y de caridad, tanto individuales como sociales, en cualquiera de las múltiples formas conocidas: ahorro, seguros sociales, cuyo interés para todos, principalmente para el pobre y obrero, sobre todo en enfermedades, paro forzoso, invalideces, vejez, etc., no necesitamos encomiar ni demostrar.
La acción de estas ligas sociales pudiera completarse con disposiciones de los Poderes públicos, encaminadas a prohibir se fume en muchos sitios donde se hace a veces, sin consideración ni respeto para los demás y, sobre todo, prohibiendo de modo absoluto el uso del tabaco a los niños y menores de veinte años, como se hace ya en algunos departamentos de Suiza.
Para terminar, sepan los fumadores, para su tranquilidad, aunque no para su disculpa, que la mayoría de los trastornos que origina el uso abusivo del tabaco, desaparecen y son curables si se suprime a tiempo la influencia tóxica y no son muy antiguos los desórdenes y alteraciones causados en el organismo, sobre todo si no se asocia su acción a la de otras causas que ligeramente hemos referido.
Por el Dr. Salvador Albasanz Echevarría